SEBASTIÁN, EL NIÑO QUE NO FRACASA
Comenzaremos hablando sobre las funciones materna y paterna, haciendo, en primera medida, claro énfasis en la función materna. De ésta se puede decir que en las etapas muy iniciales del desarrollo del niño, es decir, en los dos primeros años de vida, se puede hacer indispensable, pues el niño apenas está entrando en el mundo del lenguaje y todavía la persona que realiza la función materna, debe hacer muchas cosas por él; sin embargo, cuando el niño pasa dicha edad, la función paterna es la que debe comenzar a actuar con rigor, pues comienza la formación del sujeto como ser integral, que vive y respeta al norma, desde la autonomía, el autocontrol, la autoconfianza y el respeto.
Las repercusiones de la función materna en niños que sobrepasan la etapa inicial de desarrollo se ve claramente ejemplificada en el caso de “Sebastián, el niño que no fracasa” (Cortés, Marlon), ya que en este caso la madre que ejerce al función materna, se considera totalmente responsable de todos los actos de su hijo, bien sea buenos o malos; es ella la que carga toda la responsabilidad, pues Sebastián es su hijo preferido y por tanto lo consciente y lo mima cada vez que la función paterna comienza a hacer presencia en la vida del niño.
Se evidencia, que el padre al pretender ejercer la función paterna con el niño, se rompe de inmediato el vínculo entre éste y su hijo, pues debido a la presencia de la madre como limitadora de toda clase de sucesos que le causen a Sebastián esfuerzo, dedicación y cumplimiento de normas, el niño obviamente actúa y se pone del lado que más le convenga, del lado donde no tenga que sufrir, sino que todo se lo solucionen en el momento y lugar adecuado y que sea recompensado por lo que hace o por lo que no hace.
En conclusión, lo que se debe hacer, más que con Sebastián, es con su madre, pues es ella la que debe entender que la posición que está tomando frente a la formación de su hijo, no es la más adecuada, influyendo claramente en los demás aspectos de la vida de él, de esta manera, el niño comenzará a entender implícitamente, que el límite lo forma, para vivir y convivir en sociedad, y darse cuenta que es capaz de valerse por sí solo para conseguir lo que quiere sentirse bien; obviamente correrá algunos riesgos, pero que en definitiva son mínimos a los daños que le puede causar esa marcada función materna que su madre ejercía sobre él; es sólo de esta manera que Sebastián logrará involucrarse efectivamente en la escuela, tanto en la parte académica, como en la personal y en la social.
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